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Tetzavé

En esta parashá, aparece la descripción de las vestiduras del Sumo Sacerdote, Aarón, Cohen Gadol.

Y está escrito, que estas vestiduras le daban “dignidad y esplendor”. (Shemot 28-2).

Entre los elementos que forman parte de las vestiduras figura el Joshen (pectoral) en el que estaban insertadas doce piedras sobre el pecho, y cada una de estas simbolizaba una de las tribus, con la finalidad de que el Sumo Sacerdote sintiera en su corazón al pueblo de Israel ; pero también en cada uno de los hombros, el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) llevaba una piedra con seis nombres, con el objeto de que sintiera la responsabilidad que él tenía con el pueblo.

En el pectoral estaba insertado el nombre de D-s. Cada vez que el Sanhedrín o el Rey le preguntaban al Sumo Sacerdote, se tenía que concentrar en ese nombre, y le venía la inspiración divina para resolver la cuestión planteada.

El Talmud en el Tratado de Shabat pregunta “… ¿Cuál fue el mérito de Aarón para que la Presencia Divina reposara sobre él?...”· Cuando D-s le propuso a Moshé ser el líder para redimir y liberar al pueblo de Israel de Egipto, Moshé pensaba que tenía que ser su hermano Aarón, ya que era tres años mayor y vivía en Egipto con el pueblo de Israel.

Moshé no quería herir los sentimientos de Aarón y D-s le dijo “Te verá y se alegrará en su corazón, por la atribución de tu liderazgo”.

Siendo que Aarón tuvo “ayin tovah” (buen ojo), se alegró con la alegría de Moshé, es por lo que mereció vestir el pectoral en el que se encontraban insertadas las letras del nombre de D-s para recibir la inspiración Divina. Por tanto, gracias a esa cualidad de alegrarse con la alegría del otro, tuvo el mérito de que la Presencia Divina reposara en él.

De aquí aprendemos, que si una persona desarrolla la cualidad de “ayin tovah” (buen ojo), de alegrarse con la alegría del otro, se hace merecedor de que la Presencia Divina repose sobre él.

Pero, ¿Cómo una persona puede adquirir esta cualidad de alegrarse con la alegría del otro? Esto se logra cuando la persona siente, que el éxito del otro no merma su éxito, porque nuestro éxito depende exclusivamente de la bendición que D-s nos da.


Cada alma es exclusiva, tiene una reparación distinta, y por ello no tenemos que fijarnos en el otro, porque el otro tiene unas circunstancias diferentes a las nuestras.

Por ejemplo, podemos imaginar una persona que va a la estación del tren para viajar a un lugar determinado. Cuando sube al tren mira la vía de al lado, y observa que hay un tren que es más grande, cómodo y rápido, es normal que piense: “…me voy a pasar a ese tren que es mejor…” Lo que sucede es que ese tren no va al destino que el necesita, por tanto, no le sirve.

Debemos saber que nuestros talentos y capacidades son las que necesitamos para nuestra reparación. Y de ahí, que no tenemos que envidiar la inteligencia, la memoria o las capacidades del otro, porque cada alma tiene una reparación diferente y no tenemos que enfocarnos en los demás, sino en nosotros mismos para buscar desarrollar nuestra alma, y así alcanzar el objetivo de nuestra Creación.


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