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PINJAS

Presenta la obligación de ofrecer el korban tamid, el sacrificio diario en el Bet Ha-Mikdash, ordenando:

“Et ha-keves ejad ta’aseh va-boker ve-et ha-keves ha-sheni ta’aseh bein ha-arbayim”“Harás sacrificar una oveja [como sacrificio] por la mañana, y la segunda oveja harás por la tarde”(Bamidbar 28:4).

El Keli Yakar encuentra significativo que la Torá se refiera al tamid de la mañana con la expresión “ha-keves ejad”(“una oveja”) en lugar de decir “ha-keves ha-rishon” (“la primera oveja”). Para explicar este matiz, se apoya en el comentario del Midrash (Bemidbar Rabá 21:21) sobre la expiación que logra el sacrificio tamid.

El Midrash enseña que el tamid de la mañana expiaba los pecados cometidos durante la noche anterior, mientras que el tamid de la tarde expiaba las transgresiones ocurridas durante el día. Keli Yakar señala que, en términos generales, se cometen distintos tipos de pecados por la noche y por el día:

  • Durante la noche (especialmente en la antigüedad, cuando no había iluminación artificial) la gente no realizaba muchas actividades; por lo tanto, los pecados solían ser pensamientos negativos, intrigas o planes impropios.

  • Durante el día, en cambio, cuando las personas estaban ocupadas en el trabajo y sus asuntos, las transgresiones eran más acciones concretas.

Así, los dos sacrificios tamid traían expiación por dos tipos muy diferentes de faltas.

Por eso, sugiere Keli Yakar, la Torá usa el término “ejad” (“uno”) para describir el sacrificio de la mañana: esta palabra alude a un grado de unidad o similitud entre ambos sacrificios, a pesar de que expían cosas distintas.

El Keli Yakar cita el conocido versículo sobre el primer día de la Creación:

“Va-yehi erev va-yehi voker yom ejad”“Y fue la tarde y fue la mañana: un día”.

Explica que algunas naciones paganas pensaban que la noche y el día estaban gobernados por deidades diferentes, porque no podían concebir que un único D’s controlara fenómenos tan distintos. Frente a esta idea, la Torá enseña que tanto el día como la noche son “ejad”, parte de un mismo sistema creado y dirigido por el mismo D’s.

Keli Yakar aplica esta misma lógica al korban tamid: aunque los sacrificios de la mañana y la tarde expían distintas clases de pecados, ambos se dirigen al mismo D’s. La palabra “ejad” resalta que no existen múltiples dioses para diferentes aspectos de la conducta humana; toda transgresión, sea en pensamiento o en acción, sea por la noche o por el día, representa una falta frente al mismo D’s, de quien buscamos expiación.

Detrás de esta explicación, el Keli Yakar nos deja una enseñanza profunda para la vida religiosa: evitar la tendencia a compartimentar o simplificar demasiado nuestras obligaciones espirituales. Así como los paganos no podían concebir que un único Creador generara tanto calma como tormenta, a veces también nosotros tenemos dificultad para aceptar que un solo D’s puede exigirnos cosas muy diversas:

  • Observar escrupulosamente las detalladas halajot, pero también cultivar ideales morales y espirituales más amplios.

  • Estudiar Torá con rigurosidad intelectual, pero también desarrollar un vínculo emocional con D’s.

  • Servir fielmente a D’s, pero también ser amables, generosos y sensibles con los demás.

  • Construir una relación personal con el Creador, mientras atendemos también las necesidades de la comunidad.

El Keli Yakar nos enseña que, así como el mundo natural está formado por elementos distintos que se equilibran y armonizan, nuestra experiencia religiosa debe caracterizarse por esa cualidad de “ejad”: una síntesis perfecta de obligaciones, valores y emociones diversas, que juntas construyen una vida de devoción auténtica, íntegra y plena.

 
 
 

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