Jukat
- Comunicación CJM
- 4 jul
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Comienza con la mitzvá de la Para Adumá: la "novilla roja" que se sacrificaba y luego se quemaba, después de lo cual sus cenizas se mezclaban con un agua especial. Este agua era el “Mé Jatat”, las aguas que se usaban para purificar personas y objetos que se volvían tamé (impuros) a través del contacto con un cadáver humano. La Torá especifica que la vaca utilizada para este ritual debe ser completamente roja, así como “temimá” – íntegra físicamente, sin ningún “mum” – sin defecto físico.
El Ben Ish Jai, en Aderet Eliyahu, sugirió ver la Para Adumá como un símbolo de arrepentimiento, el método de “purificación" de la contaminación del pecado. Así como la Para Adumá debe ser “temimá” – completa y perfecta, del mismo modo, el arrepentimiento de cada persona debe ser “completo”, como oramos en el Amida cada día de la semana, “hajazirenu bit-tshuva shelema lefaneja ” – “llévanos de vuelta ante Ti en completo arrepentimiento”. Nuestro arrepentimiento debe ser “completo”, un esfuerzo por corregir la totalidad de nuestra conducta y nuestro ser.
Del mismo modo, escribe el Ben Ish Jai, la Para Adumá debe ser un animal “asher ein bah mum”, sin un defecto físico, que simboliza la necesidad de garantizar que ningún “defecto” empañe nuestros esfuerzos por mejorar. El Ben Ish Jai observa que, en algunas ocasiones, la búsqueda de una persona para mejorar en un área da como resultado “imperfecciones” en otras áreas. Como ejemplo, señala la situación de una persona que se encarga de observar una serie de ayunos como parte de su proceso de teshuvá, pero la incomodidad del ayuno lo vuelve impaciente e irritable, causando que se enoje con los miembros de su familia. Tal arrepentimiento, escribe el Ben Ish Jai, está “manchado”. Puede ser sincero y bien intencionado, pero si va acompañado de “efectos secundarios” pecaminosos, entonces no es legítimo.
Finalmente, la Torá requiere que la vaca utilizada como Para Adumá nunca debe haber sido enganchada a un yugo: “asher lo ‘alá aleha ‘ol" – ' '. El significado simbólico de este requisito, explica el Ben Ish Jai, es que no debemos quejarnos ni dejarnos disuadir por los desafíos y la dificultad de la teshuvá.
Debemos abrazar el arrepentimiento como una oportunidad preciosa para el cambio, en lugar de verlo como un “yugo" pesado sobre nuestros hombros. Debemos emprender medidas de arrepentimiento con alegría y entusiasmo, deseosos de comenzar de nuevo, sin resentirnos por la “carga” de la teshuvá, reconociendo que el arrepentimiento es un regalo invaluable que se nos ha otorgado, que tenemos el privilegio de poder hacernos mejores y crecer continuamente como seres humanos en primer lugar y como buenos yehudim en segunda instancia….
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