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Nitzavim-Vayelej

La parashá de Nitzavim siempre la leemos el Shabat previo a Rosh Hashaná, porque todo el capítulo 30 está dedicado a la Teshuvá (arrepentimiento o retorno), que es el tema principal de todo el mes de Elul, y de la preparación de Rosh Hashaná.

En Rosh Hashaná, Día del Juicio, la persona se presenta delante de D-s con todas las acciones realizadas a lo largo del año, y es nuestra obligación reparar todos los actos negativos que hemos cometido, para presentarnos delante de D-s en el mayor estado de pureza.

La única forma de reparar es, a través de la Teshuvá, que es como una “goma mágica” que borra todas las acciones negativas que hemos realizado.

Maimónides explica que la Teshuvá tiene tres etapas:

1. Jaratá (Arrepentimiento) de las acciones negativas que hemos cometido.

2. Viduy (Confesión). La persona tiene que acudir a la persona que le ha hecho un mal, y reconocérselo directamente. Si la transgresión es contra D-s, tiene que expresarlo ante D-s.

3. Kabala Leatid. Compromiso de que en el futuro, no va a repetir esta mala acción. Esto quiere decir, que tenemos que reflexionar y generar una transformación interna para no reincidir, y arreglar el problema desde la raíz.

Este tercer punto, implica una dificultad mayor que los dos anteriores, ya que para no reincidir la persona tiene que generar un cambio interno, una transformación verdadera. Por eso se dice que la persona que se arrepiente, es como una nueva criatura, porque esa transformación interior equivale a un nacimiento, como si se abriera una página nueva en su vida.

La Teshuvá es un regalo que el Creador del Universo nos ha dado. Cuando una persona ha cometido una acción negativa no puede venir delante del Juez y decir me arrepiento, y libéreme del castigo.

Pero con D-s nuestra relación no es como la de un juez con el acusado, sino como la de un padre con su hijo., por eso D-s siempre está dispuesto a perdonarnos cuando nos arrepentimos sinceramente.

En la parashá de Nitzavim está escrito “…retornaras al Eterno tu D-s, y escucharas su voz y D-s retornará a ti…”. De aquí aprendemos, que el primer paso lo tiene que dar el hombre, somos nosotros los que tenemos que llevar la iniciativa y hacer el esfuerzo, y querer apegarnos a Él y así D-s va a retornar a nosotros.


La Teshuvá que la persona tiene que hacer durante el mes de Elul, se asemeja a la que realiza un director de cine cuando filma una película, él filma muchas horas y luego selecciona todas las imágenes que quiere que configuren la película definitiva.

Al igual que el director, nosotros tenemos que recopilar todas las acciones positivas y negativas que hemos realizado, ponerlas en el monitor, dar marcha atrás en nuestro pensamiento, revisarlas, arrepentirnos, y confesarlas ante D-s o ante el Hombre, y tomar el compromiso que en el futuro, no vamos a reincidir y finalmente, borrarlas de nuestra película existencial.

En estos días previos a Rosh Hashaná tenemos que tomar conciencia de la importancia del Día del Juicio, y prepararnos con toda la intensidad, para que podamos salir airosos del juicio, y se nos firmen buenos decretos para el año entrante.

Parasha Vayelej

“Y Yo ocultaré Mi Rostro en ese día” (Devarim 31, 18)


El Rabino le dijo a sus alumnos: “Todo el tiempo decimos que vivimos en una época en que D-s está oculto, y en general, esto nos genera debilidad espiritual, para poder sentir su Presencia”.


¿De dónde podemos sacar fuerzas para elevarnos?


Si se esconde tenemos en nuestras manos la posibilidad de buscarlo, buscar y buscar, y al final, con seguridad, lo encontraremos.


No sentir miedo ante esta realidad donde D-s no esta tan a la vista, donde hace falta profundizar en los acontecimientos para percibir los milagros que sigue haciendo.


En esta parashá Moshé le traspasa el liderazgo a Yehoshúa. Es una pena que Koraj no haya estado vivo para ver esto; su rebelión en el desierto fue justamente para quejarse del supuesto favoritismo de Moshé (Moshé era el líder, su hermano Aarón el Sumo Sacerdote, etc.), pero vemos que cuando Moshé tuvo que traspasar el mando, él le confirió esta responsabilidad a Yehoshúa, con el cual no tenía ninguna conexión familiar; Yehoshúa era simplemente el más apto para el cargo, según D-s había decretado.


Un líder judío es elegido por su humildad. Moshé y Yehoshúa tenían una cosa en común: ninguno estaba interesado en recibir honores. Y eso es justamente lo que los transformaba en grandes y candidatos ideales, ya que es sumamente difícil para un líder ser capaz de distinguir entre el deseo de servir al pueblo, y el deseo de servirse a sí mismo. El deseo de poder y de honores son dos de las fuerzas más poderosas que hay en la humanidad, y es muy fácil ser seducido por ellas.


Moshé y Yehoshúa tenían la cualidad de la humildad, lo que significa que no tenían interés alguno en el poder o en el honor que obtendrían a causa de su posición. Una vez que tomaron el cargo, estuvieron dedicados sólo a servir a la nación. Hacían lo correcto, sin importar lo que la gente pensara de ellos.


Esto es un líder. Estos líderes son los que merecen nuestro apoyo.

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