PARASHÁ JUKAT
Bemidbar 20-7: Y habló D-s a Moshé diciendo: “Toma la vara y reúne a la Congregación tú y Aarón tu hermano, y hablaréis a la roca delante de ellos para que os de agua, y sacarás agua de la roca y darás de beber a toda la Congregación.
En esta parashá, la Torá nos habla de la transgresión de Moshé y Aarón, líder espiritual y Sumo Sacerdote, lo cual provocó que ambos no pudieran entrar en la Tierra de Israel. Aarón aunque no golpea la roca recibe la misma pena, porque estaba presente cuando D-s dió la orden a Moshé, y asiente cuando éste la golpea en lugar de hablar.
El pueblo de Israel tiene sed, clama a Moshé y a Aarón para que les provean de agua. D-s le dice a Moshé que se dirija a la roca y que le hable para que salga agua.
Pero de forma incomprensible, Moshé en lugar de hablar la golpea. No sale agua la primera vez, pero cuando Moshé golpea la roca por segunda vez, si sale agua.
La pregunta es ¿por qué incumplieron Moshé y Aarón el dictamen divino? ¿Por qué cambiaron la orden de D-s? Si D-s le había dicho a Moshé que hablara a la roca, ¿Por qué la golpeó?
Rashi explica, que D-s con esta sentencia lo que quiso transmitir al pueblo era la enseñanza de que tenían que ser obedientes a la palabra de D-s, de la misma manera que una roca con simplemente dirigirle la palabra, da agua acatando la orden divina, cuanto mas el hombre debe obedecer los preceptos de D-s. Siendo que en lugar de hablar la roca la golpea, no santificando el nombre de D-s, quedaron privados de conducir al pueblo a la Tierra de Israel.
Moshé pensó si a la roca que es materia inerte yo le habló y cumple la orden Divina, mañana cuando yo le ordene al pueblo e incumpla, va a resultar que el pueblo de Israel es más duro que la roca, ya que la piedra cumple y el pueblo no. Por tanto, va a haber una acusación muy fuerte contra el pueblo, por eso yo prefiero golpear a hablar.
La intención de Moshé era buena, ya que a fin de cuentas Moshé y Aarón como dirigentes del pueblo lo que querían era defender al pueblo, para que no pudiera haber una acusación futura contra el pueblo en la que se dijera que “el pueblo es peor que la roca”.
De este episodio aprendemos que lo importante es la acción y no la intención. Siendo que Moshé y Aarón incumplieron “…porque no santificasteis mi Nombre cumpliendo la orden que yo os había pedido…” la consecuencia fue “…no podréis llevar al pueblo a la Tierra de Israel…” A partir de este momento, será un nuevo líder el que conquiste la Tierra de Israel, Yehoshua Bin Num, el alumno fiel de Moshé, de la tribu de Efraim.
¿Por qué fue tan grave la consecuencia si la intención era buena? El profeta es el canal de la palabra de D-s en este mundo, y por tanto, tiene que atenerse al dictamen y a la orden divina. El profeta no puede variar ni cambiar nada, simplemente se tiene que limitar a cumplir lo que D-s le habla o le revela. Si D-s le dice a Moshé, en presencia de Aarón, que hable a la roca y en cambio la golpea y no pasa nada, el pueblo podría legítimamente concluir que “…de la misma manera que Moshé recibió la orden de hablar a la roca, y la incumplió y no pasó nada, también pudo cambiar otros preceptos…”.
Para enseñarnos la gravedad que tiene el poder alterar el mensaje divino, es por lo que tenía que haber una consecuencia tan grave. Y todo esto es así con el objetivo de ratificar el resto de las leyes, para que nadie pueda algún día concluir que Moshé pudo cambiar las leyes.
De aquí concluimos que si en todo el resto de la revelación no hubo consecuencias, es porque no hubo cambios. Quiere decir, que en todo el resto fueron canales fieles al mensaje Divino.
PARASHÁ BALAK
En esta parashá se narra que Balak, Rey de Moav, quiso combatir al pueblo de Israel, no militarmente, sino a través de la fuerza de la palabra.
El pueblo viajaba hacia la Tierra de Israel, y para poder llegar a la ribera del Jordán, y Jericó, que era la primera ciudad que tenían que conquistar, debería atravesar varias naciones.
Moshé se aproximó a Bashán y le dijo a su Rey Og “…déjanos pasar, no vamos a beber tu agua, no vamos a comer tu comida, solamente necesitamos atravesar tu tierra para aproximarnos hacia el rio Jordán y así poder llegar a la Tierra de Israel”. Og contestó a Moshe “…no os vamos a dejar pasar; y si a pesar de eso queréis pasar os haremos la guerra…”.
Moshé no tuvo otra opción que hacer la guerra con Bashán para aproximarse al Jordán, y así empezar a cumplir la orden de conquistar la Tierra de Israel.
Posteriormente, también pasó lo mismo con Sijón, el Rey de los emoritas.
Ninguno de estos pueblos dejaron pasar al pueblo de Israel, y además los combatieron militarmente.
Cuando Israel llega a Moav, su Rey Balak podría haber pensado “…si el pueblo de Israel solo pide atravesar, vamos a dejarlo pasar…”; pero en cambio no los dejo pasar, y lo que pensó fue…yo no tengo el ejercito que tiene Bashán, ni Edom, ni los emoritas, etc, y si ellos, que son mucho más poderosos no han podido detenerlo, yo tampoco voy a poder, así que ¿Dónde reside la fuerza de Israel? En su líder Moshe, y su fuerza es la palabra. Por tanto, tengo que buscar una persona de la misma categoría para que los pueda combatir a través de la palabra.
Y Balak, Rey de Moav, mandó consejeros a Bilham, para maldecir a Israel. Bilham le contesta que no puede ir según su propio criterio, sino que antes tiene que preguntar a D-s “…yo soy un enviado de D’s si él me permite maldecir, yo maldeciré…”.
D-s le dice a Bilham “…no maldigas a este pueblo porque es bendito…”. Mientras el pueblo de Israel cumple la voluntad de D-s, esta elevado espiritualmente y tiene un blindaje que impide al enemigo derrotarlo. Bilham, le contesta a los enviados “…no puedo ir…”.
Balak vuelve a mandar nuevamente otros enviados de mayor categoría para convencer a Bilham, para que venga a maldecir a Israel. Pensando que es un problema monetario le ofrece más dinero.
Bilham se empeña en querer ir y D-s le dice “…si tu quieres ir ve; pero tienes que limitarte a lo que Yo te diga…”.
Bilham acude a la llamada y le pide a Balak que construya siete altares, y que en cada altar sacrifique ofrendas, y así poder maldecir al pueblo de Israel. Bilham intenta maldecir, pero lo que hace es bendecirlo.
Balak enfadado le dice a Bilham “… ¡Te traje para que maldijeras, y en cambio tú los estas bendiciendo! Si vas a seguir bendiciendo es mejor que te marches…”. Bilham le responde antes de marcharse, no puedo maldecirlo. El pueblo de Israel está blindado espiritualmente, y por más que yo intente la maldición no llega…”.
Esto se asemeja a una persona sana que va a un hospital, los virus y las bacterias, no le afectan. No obstante, si la persona está débil, y tiene su sistema inmunológico bajo, estas bacterias y virus si le pueden dañar.
El mal existe y quiere atacar, pero si la persona se blinda a nivel espiritual, este blindaje le protege. Y este es el mensaje que nos quiere enseñar esta parashá, la fuerza del pueblo de Israel está en la espiritualidad, y si este se fortifica aunque el enemigo quiera dañar o destruir no puede.
Bilham antes de marcharse le da un consejo a Balak: “…la única forma de vencer al pueblo de Israel es hacer que descienda espiritualmente. Así que si quieres tener éxito en la lucha contra este pueblo tienes que quitarle su blindaje, haciéndoles caer espiritualmente…”.
El Midrash explica que Bilham ideó un plan, y se lo comunicó a Balak “…hay que instalar tiendas alrededor del campamento de Israel que vendan ropas muy baratas. Las dependientas serán ancianas, pero dentro habrá mujeres jóvenes. Cuando los hombres de Israel vayan a comprar la ropa, las mujeres jóvenes los tentarán, los harán caer en la prostitución y en la idolatría de Baal Peor, y así el pueblo de Israel perderá el blindaje, y en ese momento vas a poder derrotarlo…”.
El plan de Bilham tuvo éxito, y esto provocó una epidemia y una mortandad de veinticuatro mil personas hasta que apareció Pinjás, y con un acto de rigor, consiguió detener la epidemia.
Pinjás vio que un príncipe de la tribu de Shimón estaba con una princesa de Midián, provocando a Moshé, tomó una lanza y los atravesó a ambos. El pueblo reaccionó y paró su conducta de prostitución. A partir de ese instante cesó la epidemia.
Si queremos protegernos, la única solución es fortificar nuestro blindaje espiritual.
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