Devarim
- Comunicación CJM

- 30 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 ago
La Visión de Yeshayahu: tiempos para ver
“La Visión de Yeshayahu hijo de Amotz…”
Tiempos para ver. Detenerse y observar ese escenario sobre el cual se habrán de desencadenar los hechos futuros del 9 de Av. Tiempos previos a la inminente llegada de lo increíble.
Un lugar consagrado… que parecía tocar a su fin
Aquel Lugar que Shelomó haMelej había dedicado con amor y devoción – “Leshibtejá Olamím”, para que “Lo habites por la eternidad” – parecía tocar a su fin.
Parecía — decimos — y no nos equivocamos.Porque, al decir del Netivot Shalom, sólo el santuario externo se derrumbó.El otro, el interior, tanto como el Celestial, se mantiene allí: en la esencia del vivir y del sentir — cuando no del sobrevivir — cotidianos.
Una Casa ya incendiada
“Bait saruf seraftém” — “Una Casa que ya estaba incendiada habéis prendido fuego” (Talmud Sanhedrín 96).
El Jurbán no llega en un día.En 24 horas se desmorona todo, rápidamente.Pero el proceso llevaba tiempo.
Cuarenta años antes de la destrucción, afirman nuestros maestros, el Sanhedrín que funcionaba en la Azará, el recinto del Santuario, se trasladó al sector de los negocios del Monte del Templo (Har haBait), según el Talmud de Shabat.
Ese detalle dice mucho. Dice todo.Nos habla — con dolor — de procesos graduales.De ceguera colectiva.De un “nadie quería ver”.
El que ve lo que nadie quiere ver
Sólo hay un hombre que ve: el profeta.Pero “ve” con ojos de inspiración Divina.Logra ver lo que nadie quiere ver.
Entonces, al profeta le duele.Se conmueve ante la desidia.Ante la indiferencia que ha ganado la pulseada de la calle.Ni siquiera el Santuario sensibiliza.
“¡Ay nación pecadora, pueblo cubierto de maldad, descendientes de malvados, hijos que se dan a la corrupción!Han abandonado al Eterno, renegaron del Santo de Israel. Le han vuelto la espalda”.
La dureza de la cerviz y el silencio de la conciencia
Aquí está la realidad que contrasta.Un golpe mortal a la conciencia de los patriarcas y de los justos que amaron a Israel.
Toda una nación que ha decidido dar la espalda.Volver a vestirse de aquel “ki am keshé ‘oref ata…” — “porque un pueblo duro de cerviz eres tú…”.
Mientras tanto, el santuario guarda el perfume amargo de ofrendas no deseadas.Mientras tanto, la viuda y los huérfanos permanecen con sus manos extendidas en espera de la nada…
Todo se ha postergado.Hasta la vida misma de quienes pensaban que estaban vivos.
Una Haftará inquietante, un testimonio vivo
Una Haftará inquietante.Un testimonio que nos llama a ver, otra vez, cada día de nuestra vida.
Preguntarnos: ¿qué no queremos ver?¿Qué estamos dejando pasar?¿Qué indiferencia ha ganado la pulseada en nuestras calles interiores?
El fino haz de luz: esperanza
Y como en medio del desastre asoma siempre la esperanza,Yeshayahu no deja escapar el fino haz de luz de su boca:
“Tzedaká uMishpat”… — la llave para volver a ser.
Tzión será restaurada con el Mishpat, y los que a ella retornen, con la Tzedaká.
Nada más… pero nada menos.
Eso esperamos
Eso esperamos.Eso construimos.Eso, cada uno de nosotros, puede empezar a ver — incluso hoy.
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