En esta parashá se narra la partición del Mar Rojo.
Cuando los egipcios logran alcanzar al pueblo de Israel el séptimo día de la salida, acontece el gran milagro de que el mar se abre, y los hijos de Israel con más de dos millones y medio de personas consiguen atravesarlo. En el momento en que los egipcios entran en el mar persiguiéndolos, las aguas vuelven a su cauce y el ejército egipcio queda atrapado en ellas.
Nuestros sabios han dado varias interpretaciones para explicarlo, ¿cuál fue el mérito del pueblo de Israel para que tal milagro aconteciera?
1º Este milagro se debió al mérito de la tribu de Yehudá, tal como el Rey David narra en el Salmo 114-2; “Se convirtió Yehudá en su consagrado”.
Cuando Moshé rezaba a D-s, Él le dijo: “… ¿para qué rezas tanto? Manda al pueblo de Israel a que viaje…”.
Delante está el mar y detrás están los egipcios, ¿Adónde iban a viajar?
¿Por qué tenían que viajar, si ya estaban en la orilla? Era suficiente con que D-s hubiera partido el mar, y hubieran pasado. De aquí aprendemos una lección muy importante, una persona no puede apelar al milagro sin antes haber agotado todos los recursos.
En este caso concreto “agotar los recursos” implica que aún se puede seguir caminando. Por eso D-s le dijo que viajaran, que entraran en la orilla, aunque hubiera agua.
En el momento en que Najshón ben Aminadav, jefe de la tribu de Yehudá, saltó al agua, toda su tribu le siguió. Cuando el agua llegó a la garganta de Najshón se abrió el mar, y de esta forma nos enseñan nuestros sabios que el mérito de Najshón fue que él estaba convencido de que D-s iba a partir las aguas. Por eso, él saltó y dijo “…yo sigo adelante…”. Si D-s nos ordena viajar, tenemos que activar el milagro.
El Talmud, en el Tratado de Shabat nos dice que “… no podemos apoyarnos en el milagro…”. Pero, lo que sí que podemos es generarlo. Esto último se produce, cuando agotamos los recursos naturales, nos elevamos a D-s y le pedimos que una vez que ha visto todo nuestro esfuerzo, nuestra entrega, que intervenga. Y es la entrega de Najshón ben Aminadav la que generó el auxilio divino.
2ª Hay otra interpretación. El Rey David escribe en el Salmo 114-3 “… el mar lo vio y huyó…”. Nuestros sabios explican ¿Qué vio? El féretro de Yosef. Moshe Rabenu se encargó de tomar el féretro, para enterrarlo en la tierra de Israel, Yosef hizo jurar a sus descendientes que no lo dejaran en Egipto cuando Israel saliera de allí.
Yosef podría haber hecho como Yaacov, que pidió que lo llevaran a Israel directamente cuando muriera. Sin embargo, quiso permanecer como símbolo de esperanza. Él estaba tan convencido de que el pueblo de Israel saldría de la esclavitud, y por tanto se quedó con el pueblo e hizo prometerles que cuando abandonaran Egipto, también se llevarían con ellos su féretro.
“…El mar lo vio y huyó…”. Yosef huyó de la mujer de Putifar, el día que no había nadie en casa y ésta le dijo: “ven y estemos juntos”, Yosef huyó y salió afuera. A pesar, de que Yosef tenía toda la justificación para permanecer con la mujer de Putifar no lo hizo. En esa época la esclavitud era para siempre, para él y su descendencia y él podría haber pensado que la única persona que le podía ayudar a salir de esa situación era la mujer de su patrón, la mujer de Putifar.
Sin embargo, Yosef no hizo eso. El Midrash nos enseña que “…en ese momento Yosef vio la imagen de su padre en la ventana…” es decir, que Yosef contempló los valores y principios que su padre le había enseñado. Y uno de esos valores, era que de una acción negativa no puede salir nada positivo. Yosef pensó “…si cometo adulterio no podrá salir nada positivo de eso…”. De ahí que Yosef se abstuvo, y salió afuera.
Siendo que él doblegó su naturaleza material para no cometer la transgresión, es digno de que D’s doblegue las leyes naturales ante él y el mar se parta para ellos.
De aquí aprendemos, que una persona puede generar el milagro. Un milagro es cualquier acción sobrenatural, pero también es el hecho de que una persona doblegue su naturaleza material, en pro de su naturaleza espiritual.
Cuando alguien nos ofende, nos frenamos y no devolvemos esa ofensa, también es un milagro, porque estamos doblegando nuestra naturaleza material. Por eso, dijeron nuestros sabios que Yosef, al doblegar su naturaleza material, se hizo digno de que las leyes materiales se dobleguen ante él.
De la misma forma que Yosef consiguió activar el milagro, cualquiera de nosotros cada vez que doblega su naturaleza material y manifiesta su naturaleza espiritual se hace merecedor de activar el milagro.
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