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Behaalotejá

En esta parashá, el pueblo judío comienza a sentir nostalgia de Egipto, y en el capítulo 11 versículo 5-6 está escrito “…Recordamos el pescado que comíamos en Egipto sin costo alguno, junto con los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo. Pero ahora nuestros espíritus están secos, sólo el maná delante de nuestros ojos…”.

Moshé, el líder espiritual del pueblo de Israel, le dice a D-s “…mátame, yo no quiero seguir liderando este pueblo…”. ¿Tan grave era la petición del pueblo para que Moshé le dijera a D-s que lo matara?

Cuando el pueblo de Israel cometió idolatría fabricando el becerro de oro, enseguida Moshé buscó argumentos atenuantes para obtener el perdón de D-s.

En cambio aquí Moshé se desespera, y le pide a D-s que lo mate. ¿Es más grave pedir pescado y verduras, que cometer idolatría?

Es difícil de entender, como el pueblo que había vivido la esclavitud en Egipto, echará de menos el pescado y las verduras que comieron en Egipto. ¿Acaso les podían dar una comida tan exquisita, para que pudieran sentir nostalgia de ella?

Por otra parte, el Midrash dice que el maná tenía el sabor que la persona quería, es decir, si la persona pensaba que el maná sabía a verdura, le sabía a verdura, si quería el sabor a pescado le sabía a pescado... Por tanto, ¿qué problema tenía el pueblo de alimentación, el maná caía diariamente sin ningún esfuerzo y además tenía el sustento asegurado a través de D-s?

Rashí explica, que el pueblo no tenía nostalgia de la comida, sino que ésta era una excusa. El pueblo lo que sentía era que en Egipto no tenían el compromiso del cumplimiento de las leyes de la Torá.

El pueblo ansiaba la libertad que tenían en Egipto, al carecer de preceptos éticos y espirituales, ellos anhelaban el libertinaje que tenían en Egipto, y que en el momento de recibir la Torá perdieron. Después de haber salido de Egipto, estando en el Monte Sinaí, vivieron la Presencia Divina, esta vivencia fue tan real, que ahora incluso que quisieran realizar transgresiones no podrían disfrutar de ellas.

Ese era el verdadero dolor del pueblo. De aquí, la respuesta de D-s a la petición de Moshé fue “Reúne a setenta ancianos (sabios), llévalos al Tabernáculo, yo bajaré, hablaré contigo, y haré proyectar del espíritu que hay en ti sobre ellos, para que ellos puedan soportar la carga del pueblo, y no tengas tú toda la carga”.

En la revelación del Monte Sinaí, el pueblo consiguió un estado de elevación espiritual muy grande; de pronto se prendió una luz espiritual en sus almas, pero esa elevación se fue diluyendo conforme pasaban los días. Fue entonces, cuando empezaron a anhelar el libertinaje que tenían en Egipto.

Por esa razón, la respuesta de D-s a Moshé fue que no necesitaban pescado, sino educadores que pudieran reactivar y prender la llama de la espiritualidad en sus corazones, el único medio era a través del estudio de la Torá, la educación judía.

D-s le dice a Moshé “…haré proyectar del espíritu que hay en ti sobre ellos…”es decir, el problema no está en ti, Tú luz es suficientemente luminosa para iluminar sus almas, lo único es que tú solo no puedes, sino que necesitas un equipo que pueda realizar esa labor educativa, de enseñanza y convencimiento para que el pueblo vuelva a recuperar la ilusión, el entusiasmo y sentir sus metas espirituales como esenciales en su vida.

Hay momentos en que la espiritualidad se apaga o flaquea, para volver a reactivarla necesitamos educadores, la fuerza del estudio y del maestro, necesitamos líderes que puedan enseñarnos e iluminarnos para devolvernos la espiritualidad, para poder recobrar el verdadero sentido de nuestra vida, y poder tomar conciencia de que la finalidad de nuestra vida es el crecimiento espiritual y el desarrollo de nuestra alma.

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