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Ki Tavó: Elul y la alegría de servir a Hashem

Estamos en Elul. El shofar suena cada mañana, recordándonos que el juicio se acerca. Rosh Hashaná no es un día más: es el día en que toda criatura pasa delante del Creador, uno a uno, como dice la Mishná (Rosh Hashaná 1:2), “כִּבְנֵי מָרוֹן” – como un rebaño que desfila ante su pastor.

En este contexto, la Perashá de Ki Tavó se convierte en un espejo. Entre bendiciones y maldiciones, resuena una frase que atraviesa los siglos:

“תַּחַת אֲשֶׁר לֹא עָבַדְתָּ אֶת ה׳ אֱלֹקֶיךָ בְּשִׂמְחָה וּבְטוּב לֵבָב מֵרֹב כֹּל”“Porque no serviste a Hashem tu Dios con alegría y con corazón contento en la abundancia de todo” (Devarim 28:47).

No dice: “Porque pecaste”.No dice: “Porque abandonaste la Torá”.Dice: “Porque no serviste con alegría”.


Rosh Hashaná es Yom HaDin, el Día del Juicio. Y sin embargo, el Midrash (Vayikra Rabá 29:3) enseña que Israel se presenta con ropas blancas y comidas festivas, como quien confía en la misericordia del Rey.¿No es una contradicción? ¿Cómo se puede celebrar en el día en que se nos juzga?

La respuesta está en Ki Tavó. El juicio no se supera con miedo paralizante, sino con simjá shel mitzvá, la alegría de estar cerca de Hashem.

El Zohar nos revela la imagen más poderosa de Elul: “El Rey está en el campo”. No en su palacio inaccesible, rodeado de ángeles, sino en nuestro campo, en nuestro camino, en nuestra vida diaria. Y cuando el Rey se acerca, ¿cómo lo recibimos?

  • ¿Con un corazón frío, cumplidor pero apagado?

  • ¿O con alegría, como quien recibe a un ser querido después de mucho tiempo?

El Baal Shem Tov enseñaba que una plegaria sencilla, dicha con alegría, rompe más barreras celestiales que una plegaria perfecta recitada con indiferencia.

El Rambam (Hiljot Teshuvá 7:6) escribe que la teshuvá auténtica transforma a la persona en alguien distinto, “כְּאִלּוּ הוּא בְּרִיָּה אַחֶרֶת” – como si fuera una nueva criatura. Y esa transformación no nace solo del dolor, sino de la alegría de saber que podemos empezar de nuevo.

Elul nos pregunta:

  • No solo ¿qué hiciste mal?, sino ¿cómo viviste lo bueno?

  • No solo ¿cumpliste mitzvot?, sino ¿las cumpliste con alegría?

  • No solo ¿te acercaste a Hashem?, sino ¿lo hiciste con amor o solo con temor?


Hoy vivimos rodeados de preocupaciones: trabajo, familia, incertidumbre. Pero Ki Tavó nos recuerda que el verdadero peligro no es la falta de bendición, sino la falta de alegría.

  • Decimos una berajá, ¿es un murmullo automático o una canción de gratitud?

  • Damos tzedaká, ¿es un gesto cansado o la alegría de asociarnos con el Creador en Su obra?

  • Escuchamos el shofar, ¿es solo un sonido más o el latido de un corazón que quiere despertar?


Ki Tavó y Elul nos regalan la misma lección: la teshuvá más profunda no consiste solo en corregir errores, sino en recuperar la alegría de servir a Hashem.

Cuando llegue Rosh Hashaná, nos presentaremos ante el Rey. No con miedo vacío, sino con un corazón que late con gratitud. Porque como dice el salmo:“עִבְדוּ אֶת ה׳ בְּשִׂמְחָה” – “Servid a Hashem con alegría” (Tehilim 100:2).

Ese es el secreto.Ese es el juicio.Esa es la vida.

 
 
 

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