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Behaalotejá

Perashat Beha’aloteja. Una intrigante y conmocionante lectura de nuestra Torá, que nos lleva desde las ‘elevadas alturas hacia los pozos más profundos’. Saber de elevaciones para comprender las caídas. Experiencias vitales en el recorrido humano del vivir, de lo cual nuestras fiestas y nuestros días dan testimonios. No. No es fácil ser judío. Precisamente porque el alcanzar servir a D’s es el aspecto esencial de nuestras vidas, lograrlo, no resulta nada fácil.

Crisis. Rupturas, Quebrantos. La lucha cotidiana de la vida. Y así, en nuestra perashá, le es explicado a Moshé Rabenu cómo actuar en tiempos de guerra:‭ ‬וְכִי‭-‬תָבֹאוּ‭ ‬מִלְחָמָה‭ ‬בְּאַרְצְכֶם‭, ‬עַל‭-‬הַצַּר‭ ‬הַצֹּרֵר‭ ‬אֶתְכֶם‭--‬וַהֲרֵעֹתֶם‭, ‬בַּחֲצֹצְרֹת‭; ‬וְנִזְכַּרְתֶּם‭, ‬לִפְנֵי‭ ‬יְהוָה‭ ‬אֱלֹהֵיכֶם‭, ‬וְנוֹשַׁעְתֶּם‭, ‬מֵאֹיְבֵיכֶם‭ ‬nos dice la sagrada Torá. “Y cuando os allegareis a la guerra- en vuestra tierra - contra el enemigo que os hostiliza a vosotros, tocaréis con las trompetas, seréis recordados ante Ad’, vuestro D’s. y seréis salvados de vuestros enemigos” (Bemidbar 10:9).

Aparentemente se estaría hablando aquí de un aspecto técnico, una suerte de sirena de la antigüedad. Sin embargo, el comentarista Rambán (Rabí Moshé ben Najman (Gerona, Corona de Aragón, 1194 –- Israel, 1270) sostiene que esta ordenanza contiene un fundamento legal así como filosófico muy profundo.

Rambán afirma que en este versículo fuimos ordenados la mitzvá particular de rezar en tiempos de desgracias y angustias. El sabio geronés, al igual que muchos de nuestros sabios primeros (hasta el siglo 16), entendía que de acuerdo a nuestra Torá no estamos obligados a rezar a diario. En cambio, la sagrada Torá nos ha ordenado rezar en tiempos de apremio y crisis. Nuestros sabios, fueron quienes agregaron y ordenaron el deber rezar incluso las plegarias fijas de cada día. Así por ejemplo, HaRambám – Rabí Moshé ben Maimón, Maimónides- (Córdoba 1135- Fostat, Egipto 1204), entiende que el rezar es una obligación emanada de la Torá.

HaRab Soloveitchik ZZ”L (Bielorrusia 1903- EEUU 1993), en su particular y brillante perspectiva, sostiene que también Maimónides acuerda con el principio sostenido por el Rambán (Najmánides): La sagrada Torá nos ordena rezar sólo en tiempos de desgracias y crisis. Sin embargo, de acuerdo a Maimónides –así lo explica Rab Soloveitchik- cada día es un tiempo de angustias y de crisis; y es por ello que debemos rezar cada día, según la Torá. Toda persona que se sienta ‘servidor de HaShem’ y sea sensible, es imposible que no pase por situaciones de tensión espiritual. De hecho, para el Rab Soloveitchik, la mitzvá de la tefilá pasa pro ser diaria y horaria...

En sus diferentes (y apasionantes escritos y reflexiones), reitera el genial autor contemporáneo este principio. La quietud y la comodidad hablan en cierta manera de apatía y desgano. El hombre de fe, afirma, es requerido siempre para metas complejas y magnas. El hombre de fe se halla siempre en una tensión constante entre el amor y el temor, entre lo común y lo sagrado, entre este mundo y el mundo venidero. Esta extrema polarización en su mundo espiritual, lo llevan a sentirse en una crisis prolongada. Estos sentimientos vienen a expresarse también en sus plegarias, que no llegan a expresar un júbilo simple y anónimo, sino más bien, una tensión espiritual insondable.

Rab Soloveitchik asevera, que muchas de las modificaciones establecidas por el movimiento reformista en los rituales de la plegaria, surgen como parte de su oposición a las expresiones de la tensión espiritual en la tefilá. Los reformistas, desean sentarse en sus sinagogas junto a sus familias, sentirse en plenitud y disfrutar de un concierto espiritual. Hay quienes piensan que los ortodoxos rechazan dichos aspectos, como negándose a ver la ventaja que ellos proporcionan de sentirse cómodos en un bet kneset. Y eso es un error: la verdad es que, el judaísmo normativo (que respeta la Halajá tradicional) niega estos ‘avances’ precisamente porque reconoce que estos, no hacen más que incrementar la comodidad, el bienestar dentro de las sinagogas. Nosotros no aspiramos a esa sensación. La persona que se halla en plegaria frente a su D’s, no hace más que desahogarse, de mostrar su corazón roto, compartiéndole sus penas y sus angustias. Al Bet Kneset se llega para llorar e implorar. No para ‘pasar un buen rato’…” (Rab Jaim Navón shelita)

“Reza quien sufre”, termina diciéndonos el Rab Soloveitchik. Afirmación que contiene una verdad: el hombre, más allá de su razón, también deja ver su corazón. Somos una unidad. Y de hecho, acercarnos al Creador, requiere, como cantaba David el rey, “beBeit Elokim, nehalej be-raguesh”. ‘A la Casa de D’s, iremos con sentimiento…’.

Perashat Beha’alotejá nos llega ‘a tiempo’. Pues tras la dicha de compartir en familia, horas únicas y maravillosas, habremos de retornar a la rutina. Una rutina que parte y se comparte. Una rutina que nos habla cuán humanos somos. Cuán frágiles somos. Una rutina que no susurra, al corazón, que sepamos ‘rompernos’ en miles de pedacitos…porque “nada es más íntegro que un corazón quebrado”

 
 
 

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