Ajaré Mot Kedoshim
- Comunicación CJM
- hace 1 día
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Perashat Ajaré-Mot comienza delineando la Avodat Yom Ha-Kipurim, el servicio que se debía realizar en el Bet Ha-Mikdash cada año durante Yom Kipur. Después de detallar los sacrificios y rituales especiales, la Torá procede a introducir los dos mandatos que se aplican en Yom Kipur incluso fuera del Bet Ha-Mikdash: el requisito de “aflicción” –ועיניתם את נפשותיכם (ayunar y abstenerse de otros placeres físicos) y la prohibición del trabajo (16:29). Dos versículos después, la Torá repite estos dos mandamientos: “Es un shabat de descanso para ti (שבת שבתון); afligiréis vuestras almas”.
Dn. Ytzjak Abarbanel ofrece una interpretación perspicaz de este segundo versículo, explicando que la frase “afligid vuestras almas” en este contexto no se refiere al ayuno, sino a la angustia emocional de la introspección y el arrepentimiento, que él describe como “’inui la-nefashot ha- mitjartot mi-ma she-jat’u kol ha-shana”- “el tormento de las almas que se arrepienten de todo lo que pecaron durante todo el año”.
En este versículo, escribe Abarbanel, la Torá nos ordena invertir nuestro modo normal de conducta en Yom Kipur. En los días de semana normales, ejercemos una gran cantidad de energía física en la búsqueda de un sustento y en el cuidado de nuestras necesidades corporales y materiales, pero por lo general pasamos poco tiempo “afligiendo” nuestras almas al reflexionar sobre nuestras fallas y defectos y sobre cómo puede mejorar. Yom Kipur es el momento de hacer todo lo contrario: abstenerse de todo trabajo físico y pasar el día envuelto en el “tormento” (“Issurím”) de la teshuvá, en el difícil y doloroso proceso de introspección, remordimiento, culpa y resoluciones para el futuro.
La interpretación del Abarbanel de este versículo, según el cual el término “aflicción” se refiere al tormento emocional de la teshuvá, nos recuerda que el arrepentimiento y el crecimiento espiritual no son fáciles. Si bien el resultado final es gratificante, cuando uno reconoce su logro y aprecia lo lejos que ha llegado, el proceso en sí es insoportable. Si queremos elevarnos y mejorar, debemos soportar la vergüenza de la culpa, la angustia del remordimiento y la frustración del fracaso y las oportunidades perdidas. Si simplemente nos decimos a nosotros mismos que debemos mejorar, sin experimentar ningún grado de lo que Abarbanel llama “tormento”, entonces no es probable que avancemos o crezcamos. La superación personal exige un elemento de “’inui”, de la “aflicción”emocional derivada del reconocimiento de nuestra culpa y fracaso, que a su vez conduce a un reconocimiento de la desesperada necesidad de cambio.
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