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Shavuot 5783

FECHAS DE SHAVUOT 6 y 7 Siván de 5783 (26 y 27 de mayo 2023)



NOMBRES DE LA FIESTA El nombre "Shavuot" proviene de la Torá: "Siete semanas (Shavuot) has de contar a partir del comienzo de la cosecha de trigo y guardarás la fiesta ante el Eterno tu D-s" (Devarim 16,9-10). Jag haShavuot (Fiesta de las semanas) recibe este nombre puesto que se celebra al finalizar las siete semanas del cómputo del Ómer (Sefirat Haómer).

Esta festividad se conoce con varios nombres:

  • La fiesta de las primicias, fiesta de la ofrenda de los primeros frutos sobre los cuales fue alabada la Tierra de Israel (trigo, cebada, uva, higo, granada, aceituna y dátil) expresando el agradecimiento a D-s, que nos otorgó la tierra de Israel y nos brindó lo mejor de ella. " Tomarás las primicias... las pondrás en un cesto y con él irás al lugar que el Eterno escoja. Y te presentarás al Sumo Sacerdote... Y él tomará el cesto de tu mano y lo colocará ante el altar del Eterno tu D-s... Entonces tu dirás, he aquí que te brindo los primeros frutos de la tierra que Tú, oh D-s, me has dado" (Devarim 26,2-10).

  • La fiesta de la cosecha, la fiesta se celebra en la época de la cosecha del trigo. En la fiesta de Shavuot se hacía una ofrenda especial en la época del Templo: “los dos panes", dos panes hechos de harina que estaba molida del trigo nuevo, Sheté Haléjem.

  • La fiesta de conclusión conmemora la conclusión del proceso de libertad que comenzó en Pesaj con la salida de Egipto, libertad física, hasta la recepción de la Torá en Shavuot, libertad espiritual.

  • La fiesta de la entrega de la Torá, la época de la entrega de nuestra ley. La Torá se entregó el seis de Siván, más el recibimiento de la Torá continúa durante todos los días del año: "todos los días serán vistas las palabras de la Torá como nuevas, como si hubieras recibido la Torá hoy".



ORIGEN DE LA FIESTA: En Éxodo (Shemot 19,9), se nos dice: “Y D-s dijo a Moisés: He aquí que yo me presento a ti en una espesa nube, para que el pueblo pueda oírme cuando yo les hable.”

En la entrega de la Torá, toda una nación se hallaba presente, reunida para la excelsa ocasión junto al monte Sinaí. Este punto ha sido especialmente resaltado por el famoso sabio judío, Rabí Yehudá Haleví, en la primera sección de su libro, El Cuzari.

De hecho, ni el cristianismo ni el islam jamás han refutado la validez del evento acaecido ante el Monte Sinaí. Por el contrario, lo invocan como la prueba más convincente de la existencia de D-s y Su dominio sobre el universo.

La Revelación sobre el monte Sinaí fue testimoniada por 2.500.000 de personas, hombres adultos, mujeres, jóvenes y ancianos; y Moisés repetidamente recalcó este punto, sin dejar el más mínimo atisbo de duda, cuando él proclama que el pacto fue concordado: “con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos, en este día” (Devarim 5,2-3).

Había además una necesidad básica para la revelación en el Monte Sinaí. Resulta difícil imaginar que el Creador no haya dado a Sus criaturas instrucciones de cómo llevar a cabo Su voluntad o percatarse de su objetivo sobre la faz de la tierra. Maimónides, en Iguéret Temán, dice: “Una nación entera oyó la voz del Eterno y percibió Su gloria. Todo ello fue dispuesto para fortalecer nuestra fe de modo que ésta jamás pueda ser debilitada, y de ese modo ha de asegurarse que la verdad llegará a nosotros.

Rabí Yosef Albo observa más explícitamente en Sefer Haikarim que “aquello que es percibido por el mayor número de personas es lo más aceptado, por tanto, D-s quiso que la Torá fuera entregada ante una multitud, para no dejar la más mínima sombra de duda en las mentes de los presentes, y en las generaciones posteriores. Así su recepción sería lo más acreditada posible” (1, 19, 20).

La Torá nos dice, (Devarim 4,32-35): “Pues pregunta ahora acerca de los días pasados, desde el día en que D-s creó al hombre sobre la tierra, si es que ha habido alguna cosa ¿cómo es ésta? o ¿se ha oído algo similar?”, pues es imposible inventarse un acontecimiento de semejante magnitud y proporción, y, de hecho, nadie jamás lo hizo.

“¿Oyó alguna vez la gente la voz de D-s hablándole en medio del fuego como tú lo has oído?”, “a ti se te ha mostrado a fin de que conozcas a D-s y sepas que Él es el Todopoderoso, no hay ningún otro fuera de Él” (Deuteronomio 4,32-35).

Maimónides considera esta Revelación como base y fundamento del judaísmo: “Los hijos de Israel no creyeron en Moshé por los milagros y señales que hizo, porque el que cree en milagros se queda con la duda, ya que puede alegar que fueron realizados por medio de hechizos o sugestión.

Entonces, ¿en qué creyeron?

En la escena del Monte Sinaí, que “nuestros ojos vieron y no extraños y nuestros oídos escucharon y no otros” (Hiljot Yesodé Torá cap.8). En definitiva, este es el momento en que se marca una nueva etapa para el pueblo de Israel, en ella culmina una serie de revelaciones milagrosas, las 10 plagas, la salida de Egipto, la partición del Mar Rojo, el Maná (alimento del desierto), a partir de los 10 Mandamientos la presencia divina es clara, evidente y comprometedora.

Fue la primera vez que un comportamiento moral como “respeta a tu padre y a tu madre”, deja de ser indicaciones, consejos o leyes elaboradas por los sabios para las sociedades y se transforma en prescripciones divinas, unos valores absolutos.

Yejezkel Kaufman dice: “a partir de este momento la moral dejó de pertenecer al dominio de la sabiduría, para formar parte del deber ordenado por D-s, la moral se liberó de sus orígenes paganos y humanos”.



TRADICIONES:

Es costumbre en las comunidades sefardíes leer el poema de R. Shelomó Ibn Gabirol llamado Azaharot. El pueblo se suele reunir por las tardes y leer este poema, que contiene los 613 preceptos en forma de rima. El primer día de Shavuot se leen los preceptos positivos, es decir, las obligaciones; y el segundo día los negativos, las prohibiciones.

La Ketubá: Al abrir el arca para sacar la Torá, se lee en público una Ketubá (contrato matrimonial). Los novios son Israel y D-s. La dote es la Torá, y en la Ketubá se intercambian palabras de afecto y amor. Los cónyuges contraen el compromiso de respetar este contrato eternamente.

Se acostumbra a preparar manjares lácteos y comer miel, en alusión al versículo “Miel y leche bajo tu paladar”, que es una parábola sobre la Torá que es dulzura y pureza.

Se debe traer a los niños a la sinagoga en estos días, sobre todo para la lectura de los 10 Mandamientos.



VELADA DE ESTUDIO:

Los cabalistas instauraron la costumbre de consagrar toda la noche de Shavuot al estudio de textos de la Torá. Esta costumbre se divulgó en todas las comunidades. Se suele estudiar el “Tikún” que es la recopilación de varios textos bíblicos y del Zóhar.

Es noche de estudio. Ni siquiera el placer del sueño es concebido. Es la fiesta de la Torá. Hay que leer y estudiar. Así festeja el judaísmo su gran fiesta: estudiando, profundizando en la palabra de D-s que está “muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”. Vigilia de la Torá. Vigilia del pueblo de la Torá. Y nuevamente nos apoyamos en las bellísimas y alegóricas palabras del Cantar de los cantares: “Yo duermo, pero mi corazón está despierto”. En la noche de Shavuot todo es vigilia, el cuerpo y el corazón parecen revivir tiempos antiquísimos, junto al monte Sinaí, con esplendor y estremecimientos de truenos y relámpagos y la Voz que brota de lo alto: “Yo soy tu D-s.…”.



LOS DIEZ MANDAMIENTOS

  1. Yo soy tu D-s.

  2. No tendrás otros dioses (ídolos).

  3. No pronunciarás el nombre de D-s en vano.

  4. Recuerda el día del sábado.

  5. Respeta a tu padre y a tu madre.

  6. No matarás.

  7. No cometerás adulterio.

  8. No robarás.

  9. No hablarás falso testimonio.

  10. No codiciarás nada de tu prójimo.

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